El teatro, una herramienta contra la depresión

Por Icíar Irurtia Orzaiz

Uno se siente vacío. Desesperanzado, triste y abatido. Falto de
energía y carente de ilusión. Ese estado a veces revierte. Pero, otras, ese
episodio no termina nunca. O, en el peor de los casos, acaba al tiempo que se
extingue la vida… El 13 de enero, se celebró el Día
Mundial de la lucha contra la depresión
. Un mal que afecta cada vez a más
personas: niños, mayores y jóvenes.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo,
transitorio o permanente, que se caracteriza por sentimientos de abatimiento,
infelicidad y culpabilidad. Otros síntomas que caracterizan este estado son la
tristeza, la irritabilidad, la apatía, la pérdida de energía, los trastornos
del sueño y la dificultad para concentrarse. En algunas ocasiones, la depresión
puede ir acompañada de la ansiedad. 

¿Cómo se supera? Sin duda, no es un camino fácil. La terapia y los fármacos son algunas de
las herramientas empleadas para superar la depresión. El ejercicio físico y la
dieta saludable son recomendables para dejar atrás este trastorno. Pero,
además, el teatro es otra de las herramientas
que pueden ayudar a prevenir la depresión.

Así, a través de una veintena de estudios, se ha mostrado los beneficios del
teatro en el tratamiento de las personas que sufren trastornos de salud mental.
Así, se desprende que el teatro ayuda a mejorar la comunicación,
la resilencia a los comentarios recibidos y la satisfacción
personal
, además de favorecer la aceptación de uno
mismo
, proteger la autoestima y mejorar sus habilidades
sociale
s. También, según estudios realizados entre participantes de
entre doce y quince años de escuelas de Cataluña, su participación en programas
teatrales mejora su autoestima y previene el riesgo de trastornos de la
conducta alimentaria.

«Las cosas extraordinarias», de Duncan Macmillan

Acaba de darse cuenta de que algo no va bien. Su padre le ha recogido del
colegio y conduce serio hacia el hospital. Han ingresado a su madre, porque ha
intentado quitarse la vida. Con la narración de estos hechos se inicia «Las
cosas extraordinarias»
del dramaturgo inglés Duncan
Macmillan
. Se trata de una comedia sobre las crisis personales y sobre
aquello que estamos dispuestos a hacer por las personas que apreciamos. Así,
trata la depresión y el suicidio desde el punto de vista de un niño. La obra se
inicia con un monólogo -del protagonista ya de adulto- que comienza a narrar su
vivencia ante la depresión. Cómo, con siete años y ante el intento de suicidio
de su madre, comienza a elaborar una lista de cosas maravillosas por las que
merece la pena vivir: los helados, las películas de Kung Fu, quemar cosas, reír
hasta que se te salga la leche por la nariz o las montañas rusas.

Esta obra, que agotó las entradas durante tres años consecutivos del Festival de
Edimburgo
, destaca por la participación activa del público. Comienza
con un monólogo pero, poco a poco, el público va formando parte de la historia.
Se convierte en un montaje colectivo en el que resalta la idea de que uno no
está solo, no es raro sobreponerse a una situación de estas características y todo se
podrá superar. Así, con el este montaje, el autor pretende poner sobre el
escenario un tema poco tratado y de servir de alivio a las personas que están
atravesando un mal momento.